MUJERES DE LOS MARES, UN LIBRO NECESARIO, Por Ana Alemany

MUJERES DE LOS MARES, UN LIBRO NECESARIO

(Por Ana Alemany)

 

Realmente no recuerdo cual fue el detonante por el que decidí escribir concretamente MUJERES DE LOS MARES, el germen, la semilla. Pero si sé que, una vez que me metí a investigar y bucear para recabar información, lo que descubrí me alucinó. Porque, existen datos que, aunque los conozcamos, realmente no somos conscientes de su alcance. Por ejemplo, el 70% de la superficie de nuestro planeta “mal llamado Tierra” está cubierta por agua. Al nacer, nosotros mismos somos un 80% agua, cantidad que en la edad adulta se rebaja al 65. 

Realmente los océanos y los mares son los grandes desconocidos de nuestro planeta. ¡Hasta se sabe más de la superficie de la luna que del fondo de los océanos! Porque tan solo se ha explorado el 10% de los mares, a pesar de todo lo que nos aporta al ser humano. Ya que es fuente de vida, de oxígeno, de alimentos. ¿Por qué? No podemos determinarlo con certeza, pero yo creo que es, sobre todo, por nuestra imposibilidad de respirar bajo el agua. Nos faltan branquias y aletas… y una sangre un poco más fría.

Con el libro MUJERES DE LOS MARES, de Ediciones del Viento, he querido mostrar al mar en todas sus facetas, pero desde la óptica de las personas que han hecho de ellos su razón de vivir. Y todas son mujeres. ¿Por qué? Sencillamente para que sirvan de referentes donde poder verse reflejadas las niñas y mujeres que les guste el mundo marino en cualquiera de sus aspectos, ya que siempre ha sido un ambiente más masculino que neutral, pero siempre lo muestro desde un punto de vista integrador. 

Hablo de estudiosas de los océanos, de su fauna, de los procesos físicos o químicos que se producen en sus aguas, de trabajo, exploración y conservacionismo. Porque cito a la primera arqueóloga subacuática española (en 1970… ¡imaginaos la aventura que debió ser aquello!) y también a la mexicana, o una consultora medioambiental donde transforman plataformas petrolíferas en desuso en arrecifes artificiales (Blue Latitudes), de una cablera (única mujer en toda Europa que ha desarrollado este puesto) encargada del mantenimiento y reparación de los cables submarinos donde viaja la información digital. Hay una que, a mí particularmente me llama mucho la atención: Carlota Escutia, paleoclimatóloga. ¡Yo no sabía ni qué significaba esa palabra, y resulta que tenemos en España a una de las más reconocidas científicas en ese campo, habiendo ido de campaña a la Antártida en varias ocasiones! También he seleccionado a varias ONGs que se ocupan del cuidado de los mares desde distintas situaciones, a la mayor experta en mantarrayas o mujeres tan inauditas o sorprendentemente desconocidas como la estadounidense que en 2009 cruzó el Océano Atlántico nadando (Jennifer Figge).

Voy a citar en concreto una ONG en concreto: Washed Ashore. Merece la pena visitar su página web y observar lo que el arte comunitario y la conciencia ciudadana es capaz de lograr. Desde su constitución, en 2009, se han reciclado más de 70 toneladas de plásticos que ha arrojado el mar, convirtiéndolos en estatuas de gran tamaño de colores llamativos. El arte para salvar el mar, como reza en su eslogan. 

Con datos escalofriantes en la mano como el de esa cifra de cerca de 100 millones de toneladas de fauna marina que son extraídas de los océanos cada año, además de la destrucción de los hábitats de dichas especies, la gran leyenda viva del conservacionismo marino Sylvia Earle llama a la lucha pacífica contra esta degradación y deforestación animal de los mares. Y lo describe a la perfección usando estas comparaciones: “sin océanos no hay vida. Sin azul no hay verde”. ¿A qué es muy gráfico? ¿A qué todos lo hemos entendido?

Porque realmente todos estamos conectados con el mar. Seamos de donde seamos. La mayor parte del oxígeno en la atmósfera está generado por el fitoplancton que vive en el mar, y también es el mayor sumidero de CO2 de la naturaleza. Los océanos regulan las precipitaciones, la temperatura o los vientos. También forman las nubes, que regresan a la tierra y al mar en forma de agua en sus distintos estados.

Si algo he descubierto a raíz de escribir MUJERES DE LOS MARES es que la acción individual de cada uno suma. Una pajita no parece tener importancia, pero si descubres que en Estados Unidos se consumen 500 millones de pajitas al día, la cosa cambia. ¿A qué si? Los mares son muy grandes, pero no son infinitos. Y en nuestras manos está el salvarlos, porque están heridos, pero aún estamos a tiempo de curarlos y revertir la situación. Y a través de la lectura de todas y cada una de las protagonistas, parece que los mares sean más cercanos, más nuestros, y, por lo tanto, nazca en nosotros un deseo mayor de respetarlos y cuidarlos.

¡Ojalá que sea así!

@ana68alemany

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